Media hora menos

Lo del cambio de huso horario no es más que una muestra perfecta de como los venezolanos nos entendemos con el mundo: a los coñazos. Creemos, seguimos creyendo, llenos de soberbia, que de verdad podemos enfrentar a la naturaleza y hacer que nos obedezca… mientras que pasan los meses, los años -y los gobiernos- y sigue Madre Natura empeñada en abofetearnos en la cara, recriminándonos error tras error. Demostrándonos que sus cosas que tienen leyes más perfectas que las nuestras. Lo siento Simón, pero eso es así.

Se argumenta que se hace «para que nuestros niños duerman más«; «para que no salgan de las casas antes que el sol» y otra serie de excusas más o menos bien intencionadas, unidas en un mezclote con «ciclos circadianos» y otras de corte más bien new age. Pero no se dice que media hora menos de reloj no significará, necesariamente, media hora menos en el tráfico. O media hora menos esperando un carrito. O incluso media hora de irse a la cama antes, absoluta responsabilidad de unos padres que a veces pecan de irresponsables.

Esta medida, al igual que el proceso de reconversión monetaria y el contradictorio -hasta en el nombre- «bolívar fuerte», son en el fondo simples medidas efectistas que se hacen para dar una «ilusión» de solución a los problemas. Con esta clase de medidas, nos entregamos con pleitesía a la muy venezolana actividad de «correr la arruga»: ignorar las reales causas del problema. Que sea el próximo el que enfrente la solución de verdad: la que implica sacrificios, la que implica escuchar a los innumerables sectores afectados, la que implica escuchar a expertos en los temas. Y, por último, la que quizás causa más miedo irracional a quienes nos gobiernan: la que implica ceder. Aceptar que se estaba haciendo algo mal.

Seguimos viviendo así en la trichera de la provisionalidad. Aplicando pañitos calientes a una realidad que se nos hace cada vez más dura de sobrellevar. Con media hora más o media hora menos, seguimos siendo una cagá e país. Un país al que, como a su moneda, le sobran ceros… pero le queda debiendo siempre algo a sus habitantes.