El panita

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Ahí está el panita.

Tiene años «trabajando» aquí. Todos lo llaman «panita». Es el guapachoso, el sabrosón. El autoproclamado «parquero» de la peluquería.

Todos los días, a las 10, llega caminando, con el tumbao que tienen al caminar los guapos, los que tienen un tiro en una pierna y los que alguna vez se cayeron de una moto. Viene con sus «Últimas Noticias» bajo el brazo. Todos los días la misma ropa, la misma gorrita, los mismos lentes de sol. Saluda. Saca una silla de plástico de un depósito, la pone bajo la sombra de un jabillo y se sienta a leer el periódico. Sólo lo interrumpe la llegada de las clientas:

– ¡Buenos días doctora! ¡No sé para que viene, si ya está tan buenamoza!

– ¡No joda chico, tú y tus vainas!

A las 11 de la mañana se levanta y mueve la silla, porque el sol ya está más fuerte. A las 11 y media, es la hora de la primera cerveza. Una polarcita, mal disimulada detrás de una de las patas de la silla. Si el dìa ha sido bueno, pueden ser dos o tres, compartidas con el guachimán de la vendepaga de enfrente.

Al mediodía ya ha ojeado el mismo periódico 3 veces.

A la 1, como apreta el calor, se sienta en uno de los carros, que alguna ingenua clienta le ha dejado «para que le eches una lavaíta». No sólo se sienta adentro; si ve que el peinado de la doña va para largo, sube un pie en el tablero. Prende el aire acondicionado. Pone su musiquita, y le da volumen. En este momento, se siente el rey del mundo. No hay nadie que pueda superarlo, a él y su Audi. Prestado, pero Audi. Está tan cómodo que capaz se fuma un cigarrito, si la doñita dejó por ahí uno mal parado…

La tarde es más o menos lo mismo. Compite con el cacri a ver quien se duerme primero. Saluda a los que pasan con chanzas, con jodas. Para todos tiene un comentario: sabe que el señor del portafolio es de los Tiburones y lo jode porque perdieron anoche; sabe que la recepcionista del bufete está pidiendo un crédito para su carrito y le comenta «lo de los bancos, mamita»; sabe que la dueña de la cafetería tiene tiempo sin conseguir queso y le dice que «ya están vendiendo, mi señora». Todo lo que necesita para relacionarse con su entorno está en sus Últimas Noticias. Quizás por eso lo lee varias veces al día, y no por aburrimiento o flojera.

A las 6 recoge su silla y su periódico y se va caminando, con cinco mil bolívares en el bolsillo. Pasaron ocho horas de su vida, perdidas en una sillita de plástico, sin hacer nada útil por nadie. El panita es, señoras y señores, el único parquero que nunca en su vida ha parqueado un carro. A lo más que llega es, de vez en cuando, a echarle un manguerazo a un carro. Robándole el agua al centro comercial, por supuesto.

Nadie sabe adonde come, si es que come. Nadie sabe como hace para dormir en la silla y no caerse. Nadie sabe adónde vive. Nadie sabe su nombre. Nadie sabe como hace para ver pasar la vida día tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año, y no aspirar a nada mejor que su sillita de plástico, su cerveza mañanera y su sueñito en carro ajeno. Un día no llegará, y nadie lo echará de menos. Será otra vida que se habrá perdido, sin aspiraciones, sin deseos de superarse. Conformándose con lo poco que le caiga en suerte. Cagá e País.

6 Respuestas to “El panita”


  1. 1 Felixmen 17 agosto, 2007 a las 1:56 pm

    Se dijo todo en este artículo… Cagá e País…
    Saludos.

  2. 2 Duendecilla 17 agosto, 2007 a las 5:44 pm

    Y así hay unos cuantos en este país. Trabajando en las esquinas, vendiendo periódicos, kinos, sombrillas y antenas para el televisor. Haciendo malabares con cuatro limones, una naranja y un cambur, o si acaso con un yesquero y un pote de gasolina. El o ella que se monta en un bus, a venderte dos chocolates a mil cada uno, o te pide la colaboración para el chiquillo moribundo de alguna enfermedad que podría o no ser verdad. Está el que te lava los carros con agua sacada de ve tu a saber donde, el que te los cuida sin cuidar, en fin, venezolanos de a locha, qué difícilmente aspiran a algo más, que los cinco mil que no enriquecen ni empobrecen a naiden!

  3. 3 La sis 19 agosto, 2007 a las 6:04 am

    Triste historia, pero más triste es que utilicen la tragedia de los Tiburones de La Guaira como ejemplo de esta vida tan mediocre de «el panita». Panas no pudieron poner otro equipito? El muerto tiene dolientes, aunque la verdad duela y mucho!. Jejeje, la Super Sis

  4. 4 Juan 29 agosto, 2007 a las 5:18 pm

    Que típicos estos personajes en cuanto centro empresarial de mala muerte y centro comercial de los setenta/ochenta… excelente síntesis….

  5. 5 loserr 16 agosto, 2009 a las 6:54 pm

    ahyy yo quiero ser un «panita»de esos cuando sea grande… :)


  1. 1 Historias de guachimanes « Trackback en 28 febrero, 2008 a las 8:37 pm

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