Historias de guachimanes

 

Hablemos un poco más de los vigilantes privados, policías, custodios, serenos, guachimanes y de toda esa raza de toderos -algunos más profesionales que otros- que nos «custodian» y nos hacen sentir «más seguros» en este mosquero encharcao, en este tributo al gamelote que llamamos país.

I.

Los ves en un centro comercial. Siempre dos o tres. Siempre con los chalecos antibalas. Siempre con las pistolas en la mano. Menos uno, que lleva dos o cuatro bolsas llenas de Guaicaipuros y Negros Primeros y Marías Lionzas Cáceres de who-the-fuck. Y una cara de culo terrible, chico. Como de enratonao obligado a trabajar. No se te ocurra mirarlos por más de un segundo. O atravesarte en su camino. Ellos tienen una misión importantísima. Dejar a su paso a gente asustada. Contribuir con esta paranoia colectiva, con este «estado de excepción permanente» que ha hecho de Venezuela un país con 26 millones de Fox Mulders.

¿En verdad hay necesidad de ver gente con pistolas en ristre en un centro comercial? ¿Quién coño los va a robar ahí? Ya quisiera ver uno esa misma actitud cuando los entucan en una carretera. Cuando les quitan las remesas y, peor aún, las pistolas. Las mismas con las que hacen ese mal show de arrechitos en el mall. De niñitos jugando a policías o a vaqueros.

II.

Vas saliendo del banco. Abres la puerta. Tremendo carajazo en la nariz.

– Disculpe caballero, no puede salir ahora. Estamos recibiendo dinero.

Diez o quince minutos encerrados en una agencia bancaria. Diez o quince minutos secuestrado, porque si te retienen contra tu voluntad eso es, anoten ahí, secuestro. Eso sí es, al abogado de tercera que torpedeó al Pico y Placa, una «privación al libre tránsito». No importa si te estás meando, si tienes que llegar al trabajo, si te están esperando. «No puede salir de la agencia, ciudadano». Y punto. Vaya a protestarle a quien quiera. Y no lo haga por celular. También está prohibido.

III.

– ¿Me permite el ticket?

Quisiera que alguien fuera capaz de demostrarme uno, un sólo oficio, más inútil y más imbécil que la del guachimán que se pone en la puerta de una tienda y te sella el recibo que te dan en la caja. ¿Se supone que es para evitar robos? Si al menos revisaran la bolsa, vaya y pase. ¿Es alguna clase de exigencia legal, el SENIAT exige que la factura tenga un huequito abierto por algún importantísimo vigilante a la hora de una devolución, la validación de una garantía o un reembolso? No lo creo, ya la factura es requisito suficiente. ¿Entonces porqué, qué hemos hecho los venezolanos para merecernos que a la salida de cada tienda, algún idiota te selle una factura? Sí, es cierto: aquí en este país falta empleo, y mucho. Pero por favor, de ahí a caer a ese subempleo, no. Esa proliferación de selladores-de-recibo es otra de las razones por las que ustedes y nosotros terminamos pagando tres o cuatro veces el precio de cualquier bien o producto. Sin quererlo, terminamos subsidiando el subempleo idiotizante de la gente.

IV.

Ayer unos choritos le arrebataron la cartera a una señora, en un Farmanada que queda por aquí cerca. ¿Dónde estaba el inefable vigilante, que recibe un sueldo por proteger las instalaciones y los que en ellas se encuentran? Ayudando a un culito a sacar su carro en retroceso. Buena esa, campeón. A la señora que le arrebataron la cartera, si acaso algún día lee esto, le mando este consuelo: en el módulo de Barrio Adentro que está en Chuao, a escasas cuadras donde le arrebataron sus cositas, está estacionada, 24 horas al día, 7 días a la semana, una patrulla de Polimiranda. Vigilando que nadie vaya a graffitearles su mural lleno de Chés, médicos cubanos y el viejo con cara de recogelatas que sospechosamente se parece a Fidel. Siga votando por Chávez, pues.

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PD: Cuatro historias sueltas que complementan un tema que ya tocamos en agosto del año pasado: los guachimanes y sus costumbres. El manejo errado, absurdo, tercermundista, de un tema tan delicado y sensible como lo es la vigilancia privada. La foto que ilustra esta crónica la sacamos de un grupito de Facebook llamado Sólo en Venezuela. que es un palo. Recomendado a todos nuestros lectores. Al lado de su colección de fotos, nuestra Cagalería palidece, como chavista regañado en Aló Presidente.